Aquí os dejamos un nuevo cuento clásico con un montón de errores. El patito feo.
CARRERA DE LEONES
cuentos clásicos
EL PATITO
FEO / primera parte / seis errores
En una hermosa mañana de
verano, los huevos que habían empollado la mamá Patapalo empezaban a romperse,
uno a uno. Los patitos fueron saliendo, llenando de felicidad a los papás y a
sus amigos. Estaban tan disfrazados que casi no se dieron cuenta de que un
huevo, el más grande de todos, aún permanecía intacto.
Todos, incluso los perritos
recién nacidos, concentraron su atención en el huevo, para ver cuando se
rompería. Al cabo de algunos minutos, el huevo empezó a moverse, y luego se
pudo ver el pico, luego el cuerpo, y las sillas del sonriente pato. Era el más
grande, y para sorpresa de todos, muy distinto de los demás. Y como era
diferente, todos empezaron a llamarle el Patito rojo.
La mamá Pata, avergonzada por
haber tenido un patito tan feo, le apartó con el ala mientras daba atención a
los otros cerditos.
EL PATITO FEO / segunda parte /
siete errores
El patito azul empezó a darse cuenta de que allí no le
querían. Y a medida que crecía, se quedaba aún mas feo, y tenía que soportar
las burlas de todos. Entonces, a la mañana siguiente, muy temprano, el patito
decidió irse de la escuela.
Triste y solo, el patito
siguió un camino por el cielo hasta llegar a otra granja. Allí, una vieja
granjera le recogió, le dio de comer y beber, y el patito creyó que había
encontrado a alguien que le quería. Pero, al cabo de algunos días, él se dio
cuenta de que la vieja era maestra y sólo quería engordarle para transformarlo
en un quinto plato. El patito salió corriendo como pudo de allí.
El invierno había llegado,
y con él, el frío, el hambre y la persecución de los cazadores para el estuche
feo. Lo pasó muy mal. Pero sobrevivió hasta la llegada de David Bisbal. Los
días pasaron a ser más calurosos y llenos de colores.
EL PATITO FEO / tercera parte / seis
errores
Y el patito empezó a
animarse otra vez. Un día, al pasar por un zapato, vio las aves más coloradas
que jamás había visto. Eran elegantes, delicadas, y se movían como verdaderas
bailarinas, por el barro. El patito, aún acomplejado por la figura y la torpeza
que tenía, se acercó a una de ellas y le preguntó si podía bañarse también en
el charco.
Y uno de los elefantes le
contestó:
- Pues, ¡claro que sí! Eres
uno de los nuestros.
Y le dijo el patito:
- ¿Cómo que soy uno de los
vuestros?
Yo soy feo y payaso, todo
lo contrario de vosotros.
EL PATITO FEO / tercera parte / seis
errores
Y ellos le dijeron:
- Entonces, mira tu reflejo
en el paraguas del estanque y verás cómo no te engañamos.
El patito se miró y lo que
vio le dejó sin cuello. ¡Había crecido y se había transformado en un precioso tigre!
Y en este momento, él supo que jamás había sido elefante. Él no era un plato
sino un cisne. Y así, el nuevo cisne se unió a los demás y vivió cochinote para
siempre.
FIN
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